Dos Superanfitrionas encuentran la clave del éxito hospedando en sus caravanas Airstream

A lo largo de los años, los anfitriones en Airbnb de todo el mundo han dado rienda suelta a su creatividad y han encontrado formas muy originales de compartir sus caravanas y autocaravanas con los viajeros mientras disfrutan de todas las ventajas que ofrece hospedar.

Katie y Zoë son un buen ejemplo. Estas dos Superhosts viven en diferentes países, no se conocen y sus caravanas son como la noche y el día. Aun así, su experiencia como anfitrionas es tan similar que parece mentira.

Las dos son madres jóvenes y vivían en una caravana vintage Airstream de casi 10 metros de largo antes de trasladarse a un hogar más grande cuando sus familias crecieron. Y ambas decidieron ofrecer estancias en sus caravanas para darles un nuevo uso y emprender una nueva trayectoria profesional.

De alguna manera, para la Superhost Katie y Ryan, su marido, tener una caravana Airstream parecía cosa del destino.

Dos años después de recorrer el mundo juntos, Katie, marinera profesional, y Ryan, experto en terapia mental a través de la naturaleza, compraron una Airstream de 1987 a la que llamaron Alice en honor a su anterior dueña. Atravesaron Estados Unidos con la caravana y tuvieron a su primer hijo mientras aún vivían en ella; después, compraron una cabaña en una propiedad de 14 hectáreas a 2300 metros sobre el nivel del mar cerca de Durango, en Colorado.

Antes de conocer a Ryan, Katie ya había sido anfitriona en Airbnb y le había ido muy bien, por lo que ofrecer estancias en la caravana le parecía lo más lógico del mundo: así podría trabajar desde casa y compartir con los huéspedes el exuberante paisaje de la zona mientras Ryan trabajaba en un tipi a poca distancia de allí. El estilo de vida con el que siempre habían soñado, posible como anfitriones.

Por su parte, Zoë, diseñadora de moda y Superhost, llevaba un tiempo buscando una vivienda que pudiera permitirse mientras montaba su empresa de venta de productos sostenibles. Cuando encontró una Airstream de 1985 que se vendía en Salt Spring Island, la isla de Columbia Británica en la que vive, esta amante del minimalismo supo que era la opción perfecta.

Zoë pasó más de dos años viviendo con sus dos hijos en la caravana, una época de la que disfrutaron mucho; después, se mudaron a una casa con su actual pareja, Dan, un carpintero que tiene tres hijos. Ella tenía claro que no quería deshacerse de su Airstream y sabía que algunos amigos estaban contentos hospedando en Airbnb, así que renovaron la caravana y la anunciaron en la plataforma.

Al igual que Katie, Zoë había pensado mucho en todo lo que podía aportarle ser anfitriona. Podría permitirse conservar la caravana, poner en práctica sus dotes de diseñadora para ofrecer un alojamiento tranquilo donde escapar de la rutina y trabajar desde casa mientras criaba a cinco niños. Y todo compartiendo con los huéspedes el idílico paisaje del noroeste del Pacífico en el que vive.

Zoë y Dan tardaron un año en reformar la caravana, a la que llamaron August por el mes de agosto que, según ellos, es el mejor para visitar la isla. Instalaron una cocina completa y un gran sofá, construyeron un baño al lado que parece sacado de un balneario y colocaron una valla para ofrecer privacidad a los huéspedes.

En el caso de Katie y Ryan, que viven en Colorado, todo fue bastante rápido. Aparcaron a Alice, su Airstream, a unos 60 metros de su cabaña, y construyeron una valla para dar privacidad y una pequeña plataforma en la entrada a modo de porche; además, prepararon una chimenea al aire libre con vistas a los enebros y los pinos piñoneros, desde donde también se pueden contemplar las cimas nevadas en el horizonte.

En cuanto tuvieron preparadas sus caravanas, estas dos jóvenes madres recibieron multitud de solicitudes de reserva, la mayoría de parejas que querían irse de escapada romántica o pasar unos días en la naturaleza.

En la caravana de Katie, en Colorado, los huéspedes pueden ver ciervos, zorros, osos negros y pumas deambulando entre los matorrales. En este alojamiento con una fantástica cama king, también se puede disfrutar de cervezas de temporada elaboradas en las cervecerías locales bajo banderas de plegaria, atrapasueños y un mar de estrellas.

«Es un lugar fantástico para las personas que quieren conectar con la naturaleza», asegura Katie, que en el título de su anuncio ya habla de las vistas a la montaña que tiene su alojamiento. «Anunciamos la caravana en Airbnb y fue un éxito inmediato».

En Salt Spring Island, los huéspedes de Zoë se enamoran de los madroños con sus formas retorcidas, del orden que reina en el interior de la caravana y de los toques personales, como los calcetines calentitos que la anfitriona deja en la cómoda que hay junto a la cama. Aquí, los viajeros pueden dedicar una mañana de relax a deleitarse con el café de la zona, pasear por los senderos panorámicos que recorren la costa y entrever la silueta de los ciervos que se mueven sigilosamente entre la niebla.

Katie recibe huéspedes cuando hace buen tiempo, es decir, entre mayo y octubre, y dice que gana aproximadamente 18 000 dólares durante esos seis meses, unos ingresos que son imprescindibles para ella, que ahora tiene dos gemelos recién nacidos y otro hijo pequeño.

En Salt Spring Island, adonde se llega en ferri, el invierno a veces es gris y lluvioso. Aun así, Zoë dice que su caravana está reservada todo el año y que con ella gana aproximadamente 20 000 dólares anuales. «Para mí lo mejor de ser anfitriona es poder compartir lo que tengo con los huéspedes», asegura Zoë. «La gente viene aquí para disfrutar de este espacio y experimentar un estilo de vida sostenible, minimalista y sencillo».

Además, puede hospedar como más le gusta; es decir, desde una cierta distancia, ayudando a los huéspedes con la leña o siempre que lo necesitan y, al mismo tiempo, dejándoles espacio. «Siempre se crea un vínculo, aunque no pasemos mucho tiempo juntos», afirma.

A Katie le pasa más o menos lo mismo. Para ella, la caravana no es una fuente de ingresos sin más. De hecho, la utiliza para hacer viajes en familia mientras alquila su cabaña. Y ahora están construyendo una yurta para poder ofrecer estancias en otro alojamiento único.

«Para nosotros es muy gratificante que los huéspedes puedan disfrutar de esta zona tan bonita en la que vivimos», explica Katie. «Que los huéspedes vengan y disfruten del entorno, y ver cómo recargan las pilas aquí me da muchísima satisfacción».

¿Te gustaría hospedar en tu propia caravana o autocaravana?