Alquileres vacacionales en Cuenca

Cuenca es de las ciudades más sorprendentes de Castilla La Mancha. No solo porque parezca horadada en la misma roca, como los misteriosos túneles que la recorren; ¡es que en el siglo XV ya estaban construyendo rascacielos! Y todo por falta de espacio. Por eso también empezaron a proliferar sus famosas casas colgantes, esas que asoman a las hoces del río Huécar con unas vistas de vértigo. Si te adentras en su plaza Mayor y las callejuelas medievales de su casco histórico, enseguida sentirás ese aire tan típico de capital castellana. También puedes hacer algunas incursiones campestres para irte de ruta entre extrañas formaciones rocosas, pero no olvides reponer fuerzas con las tapas y raciones manchegas que encontrarás en sus bares del centro.

El tiempo en Cuenca cambia bastante según la época del año. El clima es seco por lo general, aunque los otoños pueden ser lluviosos. Los inviernos son fríos, pero la temperatura no suele caer bajo cero. Aun así, si buscas una casa rural en Cuenca, asegúrate de que tenga calefacción o chimenea. Los veranos son cálidos y las temperaturas pueden rondar los 30 grados en agosto, pero ten en cuenta que por la noche pueden bajar bastante. Resumiendo, si quieres viajar a Cuenca, cualquier época del año es buena, ¡pero mete algo de abrigo en la maleta, que por las noches refresca!

Las vistas desde el barrio del castillo

El castillo de Cuenca se encontraba en el punto más alto de la ciudad. Ya no queda mucho de él, pero desde su mirador tiene las mejores vistas del monasterio de San Pablo y el puente de hierro, de las casas colgadas y de la hoz del río Huécar. Además, es un lugar ideal para empezar tu ruta conquense hacia el casco viejo.

La gastronomía tradicional

No puedes visitar Cuenca sin probar alguno de sus platos más típicos: el morteruelo, un guiso de carne parecido a un paté caliente; el ajoarriero, que lleva bacalao desmigado con huevo cocido y patatas; los zarajos, que son intestinos de cordero adobados y fritos; y, si te gusta el dulce, el alajú, una torta de almendra y miel que te recordará al turrón.

La Ciudad Encantada

A solo media hora de la ciudad, es un buen recorrido para bajar la comida si has probado todos estos manjares. Además, es un plan perfecto para ir en familia con niños e imaginar a qué se parecen sus gigantescas rocas con siluetas de fantasía. Está perfectamente señalizado. ¡No tiene pérdida!