Alquileres vacacionales en Mundaka

Mundaka es uno de los pueblos con más encanto de toda la costa vasca. Sus casonas coloridas, rodeadas de acantilados y colinas verdes, se asoman al mar y al estuario de la Reserva de la Biosfera del Urdaibai, y en sus bares el pintxo-pote es tradición. Si te va el surf, puede que hayas oído hablar de su famosa ola izquierda, la mejor de toda Europa y la responsable de que surfistas del mundo entero se acerquen a este pequeño pueblo de Vizcaya. En Mundaka, como en todo el País Vasco, es imposible aburrirse. Puedes descubrir la zona navegando por una ría rodeada de montañas, subiéndote a lomos de una tabla, explorando el bosque pintado de Oma, saboreando un txakolí en una de sus típicas tabernas o contemplando cómo rompen las olas en la península de Santa Catalina.

Mundaka tiene el clima suave y húmedo característico de la costa vasca. En verano puedes disfrutar de muchos más días de un sol que calienta, pero no achicharra, aunque seguro que no te libras de alguna lluvia veraniega porque, la verdad, es que en este lugar no se puede decir que haya una estación seca en la que nunca llueva. Vamos, que el chubasquero es la prenda estrella. Eso sí, la temperatura en esta época del año es bastante agradable, con máximas que suelen rondar los 23 ºC. En otoño es cuando suele llover más y, en invierno, las mínimas suelen ser de 7 ºC y las máximas, de 13 ºC. Como hay mucha humedad, cuando sube o baja la temperatura bastante afecta mucho a la sensación térmica.

La ermita de Santa Catalina

Esta ermita del s. XIX se encuentra en el extremo de una pequeña península, justo al borde del mar. Está tan cerca del agua que, a veces, parece que las olas rompen contra ella. Por algo es la protagonista de más de una postal, con fondo de aguas azules y praderas verdes. Además, es el mirador perfecto para sentarse a disfrutar de unas vistas increíbles y contemplar el peñón de Ogoño.

Playa de Laida

Aquí encontrarás casi un kilómetro de arena dorada y fina bordeada por barquitas de recreo aquí y allá. El agua es poco profunda en la orilla, así que es perfecta para ir con niños. Sus olas largas atraen a muchos surfistas, pero también es un buen sitio para hacer piragüismo, windsurf y vela, y para avistar la misteriosa isla de Ízaro.

El puerto y el casco antiguo

Aunque en este antiguo pueblo marinero ya no faenan los pescadores, sigue conservando un bonito muelle donde atracan pequeñas embarcaciones. Desde allí, tendrás una buena panorámica de las pintorescas casas del pueblo, antaño viviendas de los marineros. Luego, puedes adentrarte por su laberinto de callejuelas para ir de poteo por sus tabernas y probar el pescado insignia del pueblo: la lubina de Mundaka.